viernes, 4 de mayo de 2012

La vida te devuelve lo que le das


Llegaba la hora. Después de un intento fallido por el viento, tocaba volver a enfrentarse al coloso del atletismo: los 10.000m.l.. Esta vez no habrían impedimentos, nada que obstaculizara el desarrollo normal de la carrera. Tarde perfecta para correr.

Llegada a pista y la música suena en el mp3, concentrado, menos tonterías de lo normal. En la cabeza, dos pensamientos enfrentados. Por una parte, presentes las malas sensaciones del último entrenamiento de calidad que hice el lunes, por otra, un sentimiento (no se si fruto de la rabia acumulada de este año, el esfuerzo dedicado a esta carrera o de las ganas de demostrar) que me decía que tenía que terminar esa carrera de la manera que fuera, en las condiciones que fueran necesarias, incluso andando. La retirada no figuraba en mis pensamientos. Se acerca el momento, solo 4 atletas en la línea de salida: David Morcillo (3º de Europa en 2.000 obstáculos), Víctor Ruíz (internacional con la selección Española), la liebre (atleta de renombre internacional) y yo. Mucha calidad en muy pocos metros. 25 en el cartelito de las vueltas. Se da la salida.


La liebre delante, detrás Morcillo, Víctor y último yo. Primeras vueltas a ritmo pero que se me hacen eternas pero con unas sensaciones muy buenas y con la cabeza en su sitio: "vamos a por ello". Primer punto clave, paso por el 2.000: 6:19, vamos en ritmo. Las vueltas cada vez pasan más rápido y con pequeñas subidas y bajadas de ritmo para seguir a la velocidad indicada. Todo normal hasta el ecuador de la prueba, los 5.000m., pasando en tiempo de mínima mundial (15:44). Pero llega la primera sorpresa. El ritmo se incrementa ligeramente y David se descuelga un poco de la liebre, pasando Víctor a la segunda posición y quedándome yo detrás de David un poco por detrás. 200m. después David se retira, se me viene el mundo encima: la liebre y Víctor me sacan más de 20m. y me quedo solo. Me recompuse, sabía que tenía que llegar hasta ellos y eso es lo que hice. Hice el esfuerzo, subí el ritmo y en menos de 1 minuto ya estaba detrás de ellos.

La carrera se normaliza pero no por mucho tiempo. Se vuelve a subir el ritmo y eso me cuesta volver a quedarme solo. En ese momento asumí que tendría que hacer en solitario los últimos 4km. En el paso por el 6.000 vamos 2 segundos por debajo de la mínima y poco después, otra sorpresa. Víctor se abre en la curva y se detiene, quedándome mano a mano con la liebre con casi 4km. por delante. Voy tan concentrado que no le doy importancia, es más, lo utilizo como una motivación extra. En ese momento la  liebre está lejos y saco fuerzas para gritarle "¡eeeh!", lo que hace que baje el ritmo y pueda volver a engancharme. En el cartelito ya no aparecen 2 dígitos, ya no queda nada. A partir de ese momento, los gritos de los compañeros de entrenamiento, entrenadores, atletas que habían decidido quedarse a ver la carrera y, en definitiva, mucha gente, empezaron a intensificarse, empecé a sentir su apoyo. El paso por el 8.000 es lento, vamos 6 segundos por detrás. Solo 5 vueltas indica aquello, es hora de correr, es hora de morir. La gente sigue animando, me vengo arriba y el ritmo no decae.

Último kilómetro. Empiezan a venirme cosas a la cabeza. Imágenes de Gijón, donde cuaje la peor carrera de mi vida, imágenes de San Sebastián, donde me descalificaron por algo que aún no se qué es, imágenes de pascua, donde no pude tener vacaciones por preparme para el 10.000, imágenes de porqué tenía que seguir. Eché el resto. A falta de dos vueltas cerré los ojos y dí el máximo. Última vuelta, mucho ruido y la imagen cruzando la línea de meta aparece en mi cabeza, otro empujoncito. Recta de meta, últimos metros echando mano de todos los músculos posibles. Fin.

Sin conocer la marca un sentimiento de felicidad y desahogo me invade. Ya está, lo has conseguido, has terminado. Se que no tengo la mínima, nadie grita. Me da igual, haber acabado es suficiente. Pregunto al entrenador: 31 minutos 42 segundos 73 centésimas, 4ª mejor marca de España. Soy feliz. El trabajo de todo el año que se había resistido a asomarse, ve por fin la luz. Ha sido duro, la carrera más sufrida de mi vida, tanto física, como psicológicamente, y por ello, estoy contento. Por saber que he sido capaz de controlar mi mente para controlar mi cuerpo, por saber que no se podría haber hecho más y por saber que, como me dice un amigo, "la vida, te devuelve lo que le das".


1 comentario:

  1. Me encanta esta entrada , es perfecta , enserio demuestras lo que cuesta conseguir algo y la rabia que da quedarse a puertas. Algo que he experimentado más veces de las deseadas , aunque a mi nivel porque no tengo tanta calidad como tú. Yo este año tampoco he tenido casi vacaciones(me quede sin fallas por ir a Zaragoza) por prepararme las carreras , y aunque jode no poder salir luego todo eso ha merecido la pena .

    No sabía que escribias un blog , te sigo a partir de ahora :) !Mi blog es un poco más de todo , pero también hay cosas de atletismo en los días donde me salen buenas carreras o estoy rallada por algo de atle se refleja en ellas, pero es de todo jaja , que yo necesito escribir continuamente aunque no se me de muy bien jejej.

    Un besazo crack !

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