Hay algunas personas que marcan, que dejan huella.
Esta es la última página de mi proyecto de segundo de arquitectura: una pequeña reflexión sacada de una conversación que tuve la suerte de tener con una de esas personas.
El año que viene nuestros caminos se separarán, aunque seguiremos en el mismo barco.
Muchas gracias por todo JRA.
"¿Por qué estamos en esta escuela? ¿Para qué? ¿Qué pretendemos o que buscamos en estas aulas?
Estas mismas preguntas nos hacíamos al salir de clase hace un par de semanas un compañero de clase y yo. ¿Para qué quieres sacarte la carrera?
Es una buena pregunta, qué es lo que buscamos con estos 6 años de intenso trabajo.
Comentamos aquello de llegar a ser algo, de ganarse la vida. Es cierto, eso es un objetivo indiscutible, de algo hay que vivir, pero... ¿y ya?¿eso es todo? Ambos estuvimos de acuerdo en que no.
La arquitectura no está hecha para eso. No está hecha para trabajar por obligación y desgana, es una profesión que si no te gusta lo que haces tarde o temprano acabará contigo. Porque esta, como ya estamos pudiendo comprobar, puede ser una carrera y profesión tan dura y exigente como amena y divertida.
Recuerdo una de las primeras frases que nos dijeron al entrar en la escuela:
“Muchos de los que estáis aquí es por vocación”
Y mi pregunta es... ¿como se puede tener vocación por algo que no has practicado aún? La verdad, no lo sé.
Lo que sí se es que esta carrera cada vez absorbe más, te obliga a meterte dentro y a vivir pendiente de ella todo el día. De eso me he dado cuenta este año. De hecho, la mayoría de las referencias de este proyecto las cogí en momentos en los que no buscaba nada. Simplemente giré la vista y me llamó la atención.
Y es que como mi compañero y yo dijimos aquella mañana, la clave está en hacer las cosas con entusiasmo, con ganas. Es la única manera de obtener resultados.
Si eres capaz de eso tienes mucho ganado y más en esta profesión, donde parece que la faena es infinita y donde siempre se puede ir un paso más allá.
Creo que ambos buscamos algo parecido en esta carrera: hacer lo que nos gusta, sentir la capacidad de crear.
Estoy convencido de que él “llegará a ser algo”. "
Un atleta
Si piensas que no puedes nunca llegarás
lunes, 30 de junio de 2014
sábado, 12 de abril de 2014
Estados de ánimo
"Felicidad: estado de ánimo del que disfruta de lo que desea"
Cuando tienes lo que necesitas, nada puede contigo.
Cuando trabajas y no obtienes resultados, puedes resistir.
Cuando lo intentas por todos los medios y aún así se escapa, te sumerges en la frustración.
Cuando te dejas la vida y no obtienes resultados, acabas por desistir.
Por no disfrutar, por hacerlo simplemente, por cumplir contigo mismo. Es frustrante cuando das el 100% por algo que quieres y te apasiona y lo único que te devuelve son decepciones. No son formas.
Cuando todo eso se aleja, eres feliz.
Es entonces cuando todo empieza a ordenarse, cuando las piezas deciden ponerse a trabajar de manera coordinada. Es entonces cuando la máquina funciona relajada y a pleno rendimiento. Cuando disfrutas haciendo algo.
Estados de ánimo. Estados mentales. Todo empieza y termina ahí.
Confianza, ganas y pasión.
Es la receta para cumplir objetivos.
Después de buscarla no por poco tiempo en todos los cajones de la casa, ya esta de nuevo sobre la mesa. Es entonces cuando vuelves al punto en el que estabas, cuando llegas y superas tu mejor versión.
Cuando das el golpe encima de la mesa y dices "estoy aquí. Otra vez."
Cuando das el golpe encima de la mesa y dices "estoy aquí. Otra vez."
Ahora solo es necesaria una última cosa:
Hacer lo quieres, hacer lo que te gusta. Pero eso si, siempre disfrutando.
viernes, 13 de diciembre de 2013
Mi familia
Si me dijeran
que explicara mi familia probablemente sería esta la imagen que mejor detallara
y dijera como es y cómo vivimos a día de hoy.
En la imagen
aparecen mis padres, Guillermo y Nazareth, posando junto a mi hermana Lucia.
Ella lleva y luce en la mano algo que mucha pero que mucha gente desearía tener
expuesto en su habitación pero que solo unos pocos afortunados consiguen llegar
a poseerlo. Esta foto fue tomada a pie de campo del estadio de fútbol de la
ciudad suiza de Nyon a finales del pasado mes de junio minutos después de
finalizar el partido de la selección española de fútbol. Fue un partido poco
habitual, bastante fácil para ser el que decidiera el tercer puesto de un
campeonato de Europa.
Y es que el
deporte no es solo lo que vemos en los medios de comunicación, eso es solo el
momento en el que el deportista pasa a canjear los puntos que ha ido acumulando
a lo largo de los otros 6 días. Pero detrás de eso existe todo un mundo de sacrificio,
tanto del propio atleta como de su familia y entorno. Porque, y esto es algo de
lo que uno se va dando cuenta con el tiempo, los resultados no solo son fruto
de unas cualidades físicas, son una combinación de ellas junto con una
psíquicas, que siempre vienen determinadas por las personas que están en
contacto contigo. Es aquí donde la familia toma protagonismo. Es aquí donde
Guillermo y Nazareth aportan su granito de arena, donde ofrecen todo lo que
pueden al deportista. Durante los 6 días van sumando puntos a la cuenta
corriente del deportista, haciendo posible que se siga la dieta o llevándolo al
entrenamiento, mientras que el día restante se dedica por completo a pasar por
caja. Pocas son las que se pierden. Y es que gracias al mundo del deporte han
tenido una excusa para recorrerse media España y Europa, por lo que los puntos
no solo los disfruta una sola persona.
Se dice que detrás de un gran
deportista hay un gran entrenador, pero, y esto lo digo yo, también hay una
gran familia. Y en la anterior fotografía aparece una de las mejores jugadoras
de futbol de España y Europa, y tengo suerte de vivir bajo el mismo techo que
ella. Porque tener un miembro de la familia que sea de los mejores de Europa,
es todo un mérito. Y dos, es algo que no se ve en todas las casas.
lunes, 23 de septiembre de 2013
La Copa del retorno
5:15 de la madrugada. La música
empieza a sonar pero no viene precisamente de alguna de discoteca. “Qué hora
más indecente” pienso en cuanto apago el aparato. A pesar de ello el sueño se
esfuma rápidamente. Hay ganas de coger el bus.
Al llegar a la estación de
autobuses todos están ya allí, con su polo verde del club exclusivo para la
Copa de Europa. Cómo no, yo no lo tengo, así que voy dando la nota. Cómo no…
Empezamos el viaje y después de
la media horita de toma de contacto en el autobús el silencio invade el lugar.
Creo que los entrenadores ponen estas horas de salida para que no, dicho
finamente, les demos mucho por culo durante el viaje. Así que durmiendo estuvimos hasta llegar al
aeropuerto de El Prat, donde, al bajar, ya íbamos todos debidamente uniformados
con nuestro polito verde. Ya en la zona
de embarque y tras el típico comentario made in Destino Final nos subimos al
bicho con alas para volver a recuperar otras dos horitas de sueño hasta llegar
a Viena, para después afrontar las dos últimas horas de autobús hasta Brno.
Una vez allí la primera frase fue
“hostia que frío” y la segunda “vaya mierda de comida”. Así que tras estas dos
puntualizaciones sobre la República checa, una cenita y la reunión técnica,
decidimos irnos a dormir a ver si al despertar el paisaje tristón y gris se
convertía en un idílico lugar con
margaritas en suelo, arcoíris en el cielo y señoritas bailando por los pasillos
con sujetadores de cocos. Lógicamente me llamaríais cocainómano impulsivo si os
dijera que vi eso al despertarme así que
simplemente os diré que salió el sol.
Con buen ánimo nos fuimos hacia
la pista, donde ya habían empezado las pruebas. Y al llegar, sorpresa: de ocho
participantes vamos quintos en la clasificación por puntos empatados con los
sextos. Pasamos a hablar de las previsiones de podio a bromear con el descenso
(séptimo y octavo). Risas y cachondeo tenso en la grada. Por fortuna, empezamos
a conseguir buenos puestos en las siguientes pruebas hasta meternos, ahora sí,
en la lucha por el metal. Los turcos eran líderes a un mundo de distancia, pero
los ingleses y checos que eran segundos y terceros estaban a unos pocos puntos.
La cosa se ajusta y cada vez queda menos para mi prueba, es la última antes de
los dos relevos.
Toca dejar la grada en la que
casi todos los compañeros ya han cumplido y ponerse a calentar. Concentración y
nervios dando las primeras zancadas. En los 15 minutos de rodaje se me pasan
muchas cosas por la cabeza. Es un momento clave a la vez que difícil. Hace
mucho que no compito, menos en la pista y todavía más que no me siento cómodo
corriendo, que no tengo seguridad. Tampoco sé cómo van a responder las
rodillas… Tengo ese puntito de inseguridad. Pero para hacer frente a eso tengo
dos cosas: muchas ganas y optimismo. Sé que la preparación es buena y que hay
que confiar en ello. Me pongo los clavos y a la pista, hoy hay que volver.
En la línea de salida ya ficho a
los dos rivales que están un punto por encima: el inglés y el turco.
Efectivamente se da el pistoletazo y ambos se marchan a un ritmo de miedo. Me
quedo detrás, en el grupo, hasta que cuando llevamos 400 metros el inglés le
pide el relevo al turco y no se lo da, así que aflojan y enseguida les cogemos.
En vez de parar y ponernos a su ritmo, seguimos a la velocidad que íbamos, a
3’10min/km más o menos. Continua en grupo la carrera hasta el 1.500, momento en
el que el inglés vuelve a apretar y el turco se va con él. Yo voy muy bien,
estoy genial, pero por miedo a pinchar y que luego me cacen los del grupo
perseguidor prefiero quedarme, prefiero medirme al checo, ya que son los que
están ahora mismo justo por detrás nuestro. Sigo tirando yo a un ritmo cómodo
y, a falta de 900 metros y aprovechando el aire favorable, hago un cambio de
ritmo. Enseguida sé que a ese ritmo no van a poder aguantar y no miro hacia
atrás, tiro y tiro hasta que dejo de escuchar respiraciones ajenas. Me encuentro
a gusto corriendo. Por fin a gusto. Sigo a un ritmo fuerte y veo que el turco
no va muy fino, así que al paso por el último 400 aprieto un poco más pero ya
está muy lejos. Cruzo la meta.
Me gusta volver a decir que no
soy capaz de escribir los momentos
posteriores al final de la carrera. Tener esa sensación de decir “hola
estoy aquí”, de decir “valió la pena perderse las fiestas del pueblo”, decir
que estás ahí metido otra vez, decir que el sacrificio dio su resultado. A partir
de ese momento empezaron a brotar margaritas en el suelo, salió el arco iris y
aparecieron las señoritas de los cocos.
Al llegar a la grada solo quedan
los relevos por disputarse y las posiciones no están del todo claras. Hay dudas
en la clasificación y no sabemos ciertamente como vamos. En principio el tercer
puesto es nuestro con 6 puntos de ventaja sobre los checos que van cuartos. Se disputa
el 4x100 y ganan los checos. Ay. Entramos muy atrás. Minutos después la última
prueba, el 4x400. Los checos empiezan fatal pero empiezan a remontar y en la
última recta vienen fuertes. Los ingleses se quedan retrasados pero en los
últimos 5 metros el checo nos adelanta. Nadie sabe nada. Empiezan las fotos de
las entregas de medallas individuales y no sabemos si poner cara de terceros o
cuartos. Finalmente confirmación: somos terceros. Los checos se han quedado un
punto por detrás nuestro y los ingleses uno por encima. De infarto.
Objetivo conseguido. Tanto por
equipos como en mi caso individualmente. Un metal que sabe a retorno y trabajo
bien hecho, y que da mucha pero que mucha motivación para seguir apretando y buscar nuevos objetivos.
jueves, 19 de septiembre de 2013
Copa de Europa de clubes
Otra vez, de nuevo aquí. Misma escena y diferente
situación.
Dos semanas de universidad y 2
meses de entrenamiento. Mucho para estas alturas, pero la situación lo
requiere. Dentro de unas pocas horas empezará el viaje hacia la que será mi
quinta competición internacional, en este caso a la capital de la República Checa,
Brno, para disputar la Copa de Europa de clubes junior.
Hay ilusión, ganas. Misma
dinámica que en estos dos últimos meses. Esta siendo un inicio distinto a todas
las temporadas anteriores. Se hace raro estar haciendo entrenamientos más
propios del mes de junio a mediados de septiembre. Como el de ayer, por ejemplo...
Ayer chafé por primera vez el tartán de la pista del Turia, y podría decir que
estuvo para repetir. El entrenamiento consistía en hacer un 1.500, descansar 4
minutos, hacer un 1.000, descansar otros 4 y hacer un 500. Y bueno, para que
engañar, estubo genial, con mucha fuerza, sabiendo correr. Los tiempos fueron
4’22, 2’54 y 1’17. Mejor que lo preestablecido. Cuando termino pienso “por fin,
esto empieza a ser como antes”. A ser como antes de empezar a coger trenes.
Y aquí estoy de nuevo, en la
misma escena, sentado en uno de estos tortuosos asientos del cercanías, mirando
por la ventana y recordando con una mezcla de tristeza y alegría momentos de la
temporada pasada, momentos del año pasado. De telón de fondo siempre aparecen
un sinfín de naranjos, postes, puentes y fábricas fugaces junto a un constante
traqueteo. No sé si es un trauma o simplemente que asocio tren a primero de
arquitectura. El caso es que ahora el traqueteo es más suave, es diferente,
ahora ya no hay oscuridad al otro lado del cristal ni son las 7:15 de la
mañana. Hace sol, está despejado y es por la tarde. Se está bien.
Es otra temporada, nuevos aires y
rutinas. Más tranquilidad. Más decisión y claridad de ideas. Y lo que está
claro es que pasado mañana el mejor club de atletismo de este país ha confiado
en mí para representarlo en un europeo, y es una oportunidad que no se puede
desperdiciar. Por delante 3000 metros cruciales para ver que tal está la
máquina y empezar a determinar posiciones finales del equipo, ya que después de
esta sólo quedarán los dos relevos. A priori el equipo opta a meterse en el
podio, junto a ingleses y turcos, al igual que el año pasado, pero ya se sabe
que las estadísticas están para romperse. Aquí os dejo los horarios y atletas
inscritos para el campeonato:
Mañana a las 6:00 empieza un
nuevo viaje, el principio de una nueva temporada que, como el año pasado,
empieza con buenas expectativas. Espero que este viaje semanal que hoy he hecho siga siendo,
de aquí unos meses, la misma escena y diferente situación que hace un año.
lunes, 9 de septiembre de 2013
Un buen comienzo
Septiembre. O un sinónimo: comienzo.
Es a lo que nos suena el nombre
de este mes, un nombre que nos regala un sentimiento que roza la penumbra
cuando lo escuchamos. Es el inicio, otra vez. Todo lo anterior se corta en seco
y nuestros pies vuelven a tocar el suelo.
Es el mes del cambio.
Hoy por ejemplo, en mi caso, ha
empezado el curso académico: ese embarazo de 9 meses en el que te levantas a la
misma hora que te acostabas tan solo unos días atrás. Pero, llamadme loco,
tenía ganas. Y ahora explico por qué:
Todo empieza a principios de
julio, recién terminada la temporada atlética, cuando mi entrenador me explica
que empezara a entrenar antes. La pregunta es ¿cuánto antes? Y… ¿para qué? Pues
para preparar el campeonato de Europa por clubes de pista, a celebrar en Brno
(República Checa) los días 20 y 21 de septiembre: notición al canto y primer
plus de motivación para recuperarme de la lesión y volver a los entrenamientos.
Dicho esto seguí con el tratamiento y el 18 de julio cayó el primer
entrenamiento de la temporada. Sí, 18 de julio… Qué risa Maria Luisa entrenar
en pleno verano… Tengo que decir que los entrenamientos empezaron tan pronto porque estaba saliendo de la
lesión y queríamos riesgo 0, por lo que los primeros días fueron muy suaves.
Cada día que pasaba ese ritmo suave se hacía un 1% más fuerte, ganando en
intensidad y duración en cada sesión. Tenía ganas, ilusión, fuerza por intentar
volver a los niveles de las temporadas anteriores, de vencer los miedos y de
hacer las cosas con cabeza.
Así fueron pasando los días de
julio, con sudadas épicas y entrenamientos que poco a poco iban adquiriendo
autoridad. Y entonces, llegó agosto: mar
de festivales y desierto de rutinas. Han sido solo veinte días, 3 semanas, pero
la actividad ha sido memorable. A pesar de asistir al Arenal Sound y a las
fiestas consecutivas de los pueblos, los 5 días de entrenamiento a la semana no
los ha tocado ni Steve Aoki. En este tiempo se ha vuelto a demostrar por
enésima vez que la fiesta y el deporte en niveles altos son total y
absolutamente incompatibles, por lo que una de las dos tiene que ceder. Y
lógicamente, después de la confianza que se ha depositado en mí, tenía que ser
la fiesta. Así que sin renunciar a ella tocó tomarla como si de tabasco se
tratara para poder estar lo menos mal posible al día siguiente y entrenar a
nivel decente. Pero sin duda, no es lo mismo. No son las mismas sensaciones, no
es el mismo bienestar, no te encuentras bien mientras corres, sufres sin
disfrutar. Y eso, repetido 20 veces, acaba saturando. No hay mejor fórmula que
rutina, descanso y constancia. Septiembre está aquí.
Cogido de su mano llegó una
prueba de fuego para ver si este mes y medio de entrenamientos en el infierno había
servido para algo o simplemente la fiesta había pesado más que el esfuerzo. Esa
prueba tuvo lugar el pasado 6 de septiembre y consistió en realizar un test de 2000
metros y a continuación uno de 1000 metros. El resultado fue mucho mejor de lo
que esperaba, sin duda. Me quedé sorprendido. Nunca había corrido tan rápido un
2.000 en un entrenamiento. ¡Y eso que estamos a principio de temporada! Después
de esas buenas sensaciones solo puedo decir que estamos en el buen camino para
dar la talla de aquí dos semanas en Brno.
Septiembre, un buen comienzo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)