viernes, 14 de junio de 2013

1ºB

Se dice que un 4 de septiembre de 2012 una nueva generación de alumnos ingresó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Valencia con ganas de ser y hacer lo que más les gustaba. Era el grupo B.

Este grupo iría convirtiéndose, poco a poco, en algo así como una gran familia, cuya amistad perduraría en el tiempo hasta que ellos mismos determinaran.

Aún así, y como es normal, el comienzo de curso fue un mar de incertidumbre, de confusión: nuevos métodos, nuevas formas, nuevas gentes…  Estas gentes empezaron a establecer lazos, lo cual derivó en pequeños grupos, que no pretendían más que hacer frente a la inmensidad de la clase.  Aquí es donde se ven las raíces de las fuertes amistades.

Conforme avanzaban las semanas la gente empezaba a encontrar en los otros rasgos que ellos mismos tenían, descubriendo, poco a poco, que la gente de la que se rodeaba tenía muchas cosas en común con ellos mismos.  Y, no mucho tiempo después de haber empezado el curso, los pequeños grupos comenzaron a unirse en un solo conjunto, que abarcaría el 50% de la clase y que acabaría llamándose, por razones académicas “ La Segunda Crujía”.

Este nuevo grupo empezaría a afrontar realmente la carrera de arquitectura sufriendo, ayudándose, riendo por desesperación o agotamiento, trabajando hasta horas intempestivas y, en el fondo, disfrutando con todas y cada una de las dificultades y retos que esta nueva vida les planteaba. Empezaron así pues las reuniones oficiales nocturnas, donde ese grupo dejaría de ser unos simples compañeros de clase para convertirse en un grupo de amigos que dejaría huella en todos y cada una de sus mentes.

Pero si hubo algún momento clave en la evolución de este grupo de personas fue la dura prueba de convivencia que tuvieron que superar en aquella casa alejada de la mano de Dios. Dos días y, sobre todo, dos noches en las que todo el good feeling que durante los meses anteriores se había demostrado salió a la luz con fuerza, consiguiendo que esa experiencia quedara  ya consolidada como la muestra y símbolo de la amistad y unión de ese grupo B. Dos días y dos noches que dieron para mucho… Muchas anécdotas, muchos recuerdos, muchas experiencias, muchas sensaciones, muchos sentimientos… Muchos momentos... Fue un punto de inflexión para ellos, un cambio en la visión hacia los demás, un cambio en la perspectiva de ese grupo de amigos que, sin darse cuenta, y gracias a momentos como esos y a sus propias actitudes, se estaba convirtiendo en algo más.

La segunda parte del curso entró con fuerza, era momento de ver hasta qué punto era capaz de llegar cada uno. La cosa se iba poniendo cada vez más negra y esa montaña de trabajo parecía no tener fin. Se repitieron entonces, pero a mayor escala, las noches en vela, las tazas de café, los Monsters, los nervios, los “hostia que no llego”, los bajones,   los errores fatales, las desesperaciones al catarse del fallo, las preguntas desesperadas al otro,  los “que bien esta esa lámina”, los “está muy mal” y  los “vete a la mierda”. Todo esto habría conseguido su objetivo de derrotarnos si no fuera porque detrás de cada uno había toda una segunda crujía apoyando.

Hoy, se ha celebrado la probablemente última reunión oficial nocturna de estos compañeros de clase. Hoy, se ha demostrado hasta qué punto ha evolucionado este grupo de amigos.  Hoy, se ha demostrado todo lo que esta gente significa para cada uno. Hoy, se han dado cuenta de lo duro que va a ser este tiempo sin poder estar a su lado, sin sus risas, sus momentos, sus locuras… Su rutina. Hoy, se han dado cuenta de todo lo que pudieron hacer y que, por no darse cuenta o por no elegirlo, no han podido hacer con ellos en estos nueve meses de curso. Aún hoy, han descubierto facetas de personas de su clase que no conocían y que, desde luego, desearían haber conocido antes. Hoy, se quedan  con la sensación de que podrían haber aprovechado más esas personas.  Hoy, han sentido una sensación diferente, una alegría triste. Casi todo ha terminado, y cuando se dice casi todo, es casi todo. Hoy han deseado que esta última tarde-noche-amanecer no termine. Hoy, se habrán dado cuenta de que este grupo de compañeros de clase, que pasaron en su momento a ser amigos, es, a día de hoy, algo así como una familia. Una gran familia.

1ºB. II CRUJÍA







Ahora, habrán entendido porque preferí escribir esto antes que dormir.

miércoles, 5 de junio de 2013

La gente

Es una sensación tan extraña, tan difícil... Es tal la impotencia...

4 de junio, finales de temporada. La gente prepara los campeonatos de España. Entrena, corre, se supera, sufre, disfruta... La gente está en el momento cumbre del año, justo cuando debe, donde mejor se tiene que estar. 
Les dicen el entrenamiento que les toca. Primero resoplan. Luego, se ponen las zapatillas y echan a correr. Simplemente vuelan. 
La gente sigue con su rutina del día a día: llegar a la pista e intentar alcanzar el límite que su cuerpo les marca. En cierto modo, formo parte de la gente.

1 mes, 4 semanas, 30 días... y esto sigue sin echar a volar. El más discreto de los dolores se ha convertido en el mayor muro, un muro que deja unos límites muy cercanos.
Semana tras semana pensando que al lunes siguiente al empezar todo volvería a la normalidad, al lunes siguiente empezaría la lucha por intentar llegar... Pero el lunes siguiente era igual que el anterior, misma sensación, mismo dolor, mismo sentimiento. 
A pesar, clima de optimismo, de fe, de no tirar la toalla, de seguir luchando, animado... pero al final, ella decide. Si ella dice que no, hay que obedecer. 
¿Cuál sería la palabra?¿Encerrado? Yo creo que sí. 


Después de un año en el que me he visto obligado a dejar de lado cosas y personas muy importantes por intentar compaginar dos vidas siento que este no es el final más justo a una temporada que en breves terminará. Estaba siendo difícil, sí, pero estaba siendo. Siempre deprisa de un lado a otro, siempre aprovechando cada minuto, pero disfrutando. Disfrutando de estar cumpliendo el ambicioso objetivo que en septiembre me marqué. Atletismo y universidad alejada. Difícil combinación. Pero posible.
Y cuando mejor estaba yendo la cosa, cuando todo parecía estar en relativa calma y empezaba a volar de nuevo... 


Se torció el asunto. Dique seco. Una, dos ,tres, cuatro semanas. Y ella sigue sin dejarme volar.
Ahora ya no hay tiempo, no se puede llegar. Apenas un mes hasta la cita clave y el límite que me pone la rodilla sigue siendo muy cercano. Apenas unas zancadas lentas. 
Es difícil aceptarlo, pero milagros en el atletismo no hay. Impotencia.


Alegra ver a la gente superarse. Tu les preguntas, y ellos te responden con una sonrisa. Una sonrisa de haber rebasado su límite anterior. 
Alegra ver a la gente, porque en la temporada que viene lo serás.