Bueno, por algo hay que empezar y no ese algo no podría ser otra que mi pueblo, Azuébar. Se encentra entre la Vall d'Uixó y Segorbe (esto lo pongo porque la mayoría no sabe ni que existe, cosa que me tiene indignado ya que el nombre del mejor pueblo hay que sabérselo jejeje) en plena sierra de Espadán.Es aquí donde paso la cada uno de los fines de semana que mi calendario deportivo y escolar me permite y también donde paso la mayoría del verano. Cuando llego desconecto por completo del mundo rutinario, tanto del instituto como del deportivo, para adentrarme en el de la tranquilidad, el relax y la felicidad. Esos dos días a la semana son los que me dan fuerzas para llevar el ritmo frenético de los otros 5, pensar en la recompensa que espera después de esos días de no tener ni un segundo de descanso. La ilusión que siento el viernes, la que hace que todo pase más rápido, solo es resultado de las ganas que tengo de llegar al lugar donde siempre he sido feliz. Toda sentimiento tiene una razón, y esta no es la excepción. Algunos se han quedado perplejos por las cosas que digo de mi pueblo, incluso algunos me han dicho que "ese pueblo tuyo es imaginario", a lo que yo les he contestado que "No nombrarás a Azuébar en vano". Son muchas las razones que tienen la culpa de lo que siento por Azuébar, pero no las diré todas porque no quiero hacerle competencia al Quijote. El motivo principal de este sentimiento, es sin duda, la gente. Denominados azueberos, una especie única y casi en extinción, la cual se caracteriza, sobretodo por el sentido del humor. Esta cualidad la cual considero imprescindible ( supongo que será porque me imagino el mundo sin el), pero que no es la única. Amables, que siempre te ayudan y dan lo que necesitas y que te hacen sentir muy a gusto cuando estás entre ellos.
Sin duda gente ejemplar, y que han marcado y definido mi forma de ser, con mis virtudes y defectos, aunque solo les responsabilizo de las primeras. Desde de nací he estado en contacto con ello, y doy gracias por haber tenido esa oportunidad.
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